De negro los Montescos, de verde los Capuletos. Todas las semanas, chicos y chicas del barrio Ciudad Oculta en Villa Lugano se ponen las pecheras para jugar un partido de fútbol temático. Es que el torneo lo organizaron con sus profesores de teatro, quienes intentan a través de juegos y arte sumarles una actividad recreativa. Por eso, los nombres de los equipos no son casuales: surgieron cuando les contaban la historia de las dos familias más famosas de Verona, que componen una de las grandes obras de William Shakespeare, el dramaturgo isabelino que ellos estudian, ven e interpretan semana a semana.

“Cuando hace calor, armamos las clases en la cancha de fútbol porque así se acercan más chicos. La primera obra que hicimos fue Romeo y Julieta de bolsillo, y cuando les contamos a los chicos que se trataba de la rivalidad entre dos familias, uno nos dice ‘¡ah, como Boca y River!’; entonces se nos ocurrió armar el torneo de fútbol con los Montescos y Capuletos, para llevarles las historias a través de juegos”, cuenta Tomás Juárez (23), uno de los profesores de teatro de la Fundación Romeo, a cargo de la iniciativa.
También presentes en la Villa 20, en la fundación trabajan desde hace un año con las obras de Shakespeare en las villas. La idea surgió luego del éxito que tuvo el Festival Shakespeare en Buenos Aires, que ya va por su quinta edición, y que desde el 2013 tiene también una sede en ambos barrios. A través del programa del gobierno porteño “Arte para crecer” empezaron con las clases.
“El teatro te conecta con el otro”, sostiene su director, Patricio Orozco (que además organiza el festival), casi como una premisa para explicar por qué eligieron comenzar con las clases. Al principio les costó que se acercaran, y el desafío es que cada semana se acerquen más chicos, pero a medida que pasa el tiempo la propuesta se va afianzando. Participan chicos desde los 6 hasta los 17 años, que se reúnen así para conocer acerca de Hamlet, Otelo y grandes obras y personajes de la dramaturgia.

“Queremos que Shakespeare vuelva a sus raíces, hacerlo popular, porque desde un comienzo sus obras estuvieron pensadas para una escenografía que no es la del teatro tradicional, y ése es el espíritu que buscamos para romper con los prejuicios de que es algo culto para pocos, o aburrido porque son obras muy largas”, explica Orozco.
La dinámica va cambiando cada semana, ya que es difícil tener una constancia en los grupos que participan; sin embargo, a largo plazo les gustaría poder armar una obra con los chicos y sumarlos al festival que se hace cada año durante febrero, en distintas sedes de la Ciudad. Para eso, lo más importante es sumar a las familias y que todos participen con lo que puedan: el vestuario, los peinados, la escenografía.
Otras veces suman grupos de música renacentista y les enseñan a los chicos a tocar la flauta, y así poco a poco los van consolidando. “Armamos escenitas y los chicos actúan, se van enganchando; ahora estamos con la obra Sueño de una noche de verano, que tiene personajes más divertidos, pero ellos ya saben que hay más obras y las conocen con juegos. Por ejemplo, les llevamos cartulinas con las caras de los personajes y ellos tienen que relacionarlos con la obra en la que aparecen”, cuenta Tomás.

En manga. Ahora, además de las clases de teatro (que también se hacen en escuelas de todo el país) y los partidos de fútbol, están armando un libro de cómics con los personajes de Shakespeare en estilo manga o animé, para poder distribuirlo en escuelas, bibliotecas y comedores. También les gustaría llegar al Conurbano y a las cárceles, y tienen un proyecto para construir una réplica del teatro El Globo en algún punto de la ciudad, tal vez en la zona sur. Además de un calendario, donde distintas personalidades interpretan a un personaje que queda inmortalizado en la lente de la fotógrafa Gaby Herbstein (ver aparte).

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